Los dibujos de Mariana Fadon son pacientes y preciosistas. Una escritura que es telaraña, tejido frágil y nítido que atrapa flores, semillas, hebras de sentido. Cada punto alucina sus posibilidades de expansión; resorte, salto y atadura, alianzas entre líneas que fabulan un estampado delicado.
La serie “Dibujo a dos agujas” nos trae recuerdos de empapelado de casas de veraneo. En la hora del té, la veranda con sus sillas de mimbre blanco alrededor de la mesa, la conversación femenina, cómplice y complicada, el aire interrumpido por murmuraciones de insectos, un par de crisantemos flotando transparentes en la tarde mientras las cipselas (panaderos) interpretan la partitura secreta de la multiplicación.
Entonces el verano llega a su fin. El retiro en interiores reordena los signos y propone al dibujo una nueva estrategia de ocupación temporal.
En la Serie “El aislamiento me trajo letras” se ocultan códigos y consejos, solicitudes automáticas de paciencia, frases recurrentes de la modalidad virtual que arrojan a los vínculos a una rutina programática. Sin embargo, el tedio encuentra su gracia nuevamente en el tejido amoroso, la perseverancia de la abeja y esos hallazgos gráficos que señalan las intersecciones donde se enhebra la espera y se encadenan los sentidos.
Por Verónica Gómez, Profesora Nacional de Pintura (ENBAPP) y Licenciada en Artes Visuales (IUNA)
Texto de Sala en el Espacio de arte GC
Buenos Aires, Julio 2021